
La selección musical del programa de este concierto sigue los temas que Hildegard aborda en sus cartas: la invocación de la sabiduría, la crítica a la soberbia, los himnos dedicados a San Ruperto y San Disibod, cantos de contrición y súplicas. En sus cartas, Hildegard también cita versos de sus propias composiciones, algunos de los cuales hemos integrado en este recorrido musical.
Descripción
ALA AUREA
Susanne Ansorg, viola
Pamela Petsch, voz
Con la colaboración de los profesores Mirabilia 2025:
Erwan Picquet, voz
Manuel Vilas, arpa
Cristina Alís Raurich, órgano portativo
Pere Olivé, percusión
Hildegard von Bingen (1098-1179) fue una de las mujeres más extraordinarias de la Edad Media. Mantuvo una activa correspondencia con numerosos dignatarios, tanto eclesiásticos como laicos, del Sacro Imperio Romano Germánico. Durante mucho tiempo, sus cartas - un conjunto de 390 - fueron consideradas un tesoro casi oculto.
Sólo en épocas recientes, la investigación ha sacado a la luz la extensa red de amistades y relaciones que la abadesa y fundadora de los monasterios de Rupertsberg y Eibingen cultivó con destacadas personalidades de su tiempo.
Estas cartas revelan no solo su notable influencia en cuestiones políticas y sociales del siglo XII, sino también la profundidad de sus vínculos personales y su capacidad de forjar amistades sinceras. Nuestro programa sigue el hilo de esa correspondencia, descubriendo a una mujer cuya voz sigue siendo sorprendentemente actual, casi mil años después de su existencia. Con esta propuesta, queremos ofrecer una nueva mirada sobre Hildegard von Bingen, más allá de sus visiones y de la imagen popular asociada al centeno y las galletas de espelta.
¿Quiénes fueron los corresponsales de Hildegard? Entre ellos se encuentra Bernardo de Claraval, a quien recurrió en busca de consejo cuando se debatía sobre si debía o no transcribir sus visiones. ¿Quién creería en las revelaciones de una mujer, de una simple monja? Finalmente, el Papa Eugenio III le otorgó permiso para escribir sus visiones y llegó incluso a leer en voz alta fragmentos del Liber Scivias durante el sínodo de Tréveris, lo que llenó de alegría a Hildegard.
No dudó tampoco en dirigirse en términos críticos al emperador Federico I Barbarroja, con quien, sin embargo, mantuvo una relación de respeto mutuo. Fue él quien garantizó la independencia económica de sus monasterios, elevándolos al rango de monasterios imperiales. Esta distinción no solo les otorgaba exención de impuestos, sino que también confería a Hildegard el título de abadesa imperial, permitiéndole participar en las Dietas del Imperio, reclamar el derecho de acuñar moneda y establecer aranceles. En sus primeras cartas, Hildegard se muestra fascinada por la figura del joven emperador, al que elogia por su determinación y energía.
La selección musical de nuestro programa sigue los temas que Hildegard aborda en sus cartas: la invocación de la sabiduría, la crítica a la soberbia, los himnos dedicados a San Ruperto y San Disibod, cantos de contrición y súplicas. En sus cartas, Hildegard también cita versos de sus propias composiciones, algunos de los cuales hemos integrado en este recorrido musical.